Por
A. A. Hodge
Habiendo
sido dadas, por inspiración de Dios, las Escrituras del Antiguo y Nuevo
Testamento son para el hombre en su estado actual, la única y todo-suficiente
regla de fe y práctica. Esta palabra divina es, pues, la única norma de
doctrina que tiene autoridad intrínseca para obligar la conciencia. Todas las
demás normas son de valor y autoridad solo hasta donde enseñen lo mismo que
enseñan las Escrituras.